Post 6 suelto y aprendo a estar en lo que sigue 400

LIBERATE DE ATADURAS No más Dependencia Emocional

“Soy libre, soy libre 

Para juegos no tengo edad 

Amante prohibido 

Soy libre, soy libre 

Cambio jaula por libertad 

 Mi miedo te ha vencido.” 

Fragmento de la Canción “Soy Libre” (Yuri) 

Cómplice de camino ¿Qué hace que ciertas relaciones sean tan difíciles de soltar aun cuando sabemos que, al quedarnos en ellas, nos estamos haciendo daño? Buscamos excusas, creamos falsas esperanzas de cambio, incluso nos culpamos a nosotros mismos de lo que sucede y, pese a los costos que pagamos y la realidad que nos avasalla y nos confronta, elegimos quedarnos. ¿Es esto masoquismo en su máxima expresión?

La realidad es que hay un entramado complejo, un verdadero enredo en el inconsciente, que nos indica que hemos llegado con la persona correcta, esto, a pesar de que todo lo que se está experimentando nos dice lo contrario.

¿Por qué es tan fuerte esta creencia de haber “llegado a casa” con una persona, que incluso descalifica nuestra lógica y nuestras emociones?

La respuesta yace en la fantasía que construimos desde muy pequeños sobre la existencia de que, alguien “allá afuera”, es capaz de cubrir todas nuestras necesidades y que, al encontrarle, “viviremos felices por siempre”. Esta fantasía infantil es muy potente y guía constantemente nuestros pasos hacia esa búsqueda. Cuando en nuestro interior “algo” nos dice que finalmente encontramos lo que andábamos buscando, no estamos dispuestos a no obtener lo que esperamos, nos cueste lo que nos cueste.

Como especie, los seres humanos damos a luz a crías muy dependientes de sus padres para sobrevivir. Se requieren muchos años de crianza para que un ser humano se vuelva un adulto autónomo. Y esto incluye no solo que pueda cubrir sus necesidades biológicas para sobrevivir sino también sus necesidades emocionales y sociales.

No importa cuánto tiempo y atención recibamos de nuestros padres, como seres humanos que son, ellos podrán atender y cubrir solo ciertas necesidades y otras simplemente no. Este principio de realidad es muy fuerte de confrontar, y choca drásticamente con la temprana idealización que hacemos de papá y mamá.

Freud decía que el infante es polimorfo y perverso, es decir, que tiene la capacidad de manipular de muchas formas para lograr que sus necesidades sean satisfechas y; sin embargo, hay cosas que simplemente no podrá lograr obtener de sus progenitores por el sencillo hecho de que éstos no las tienen. Entonces: tenemos por un lado las necesidades emocionales que requerimos satisfacer cuando niños por medio de mamá y papá y que buscamos hacerlo mediante nuestra constante e ingeniosa manipulación; y, por otro lado, la confrontación con el principio de realidad sobre las limitantes que tienen papá y mamá para proveernos de regreso.

Si nos detenemos un momento y nos hacemos las siguientes preguntas:

  • ¿Qué es eso que siempre necesité de mis padres y que no tenían para darme (reconocimiento, contacto físico, presencia, seguridad, fuerza, etc.)?
  • ¿Qué mecanismos de manipulación usé para intentar conseguir esos satisfactores (chantaje, berrinches, aislamiento, hacer travesuras, mentir, actuar, etc.)?

Al contestar estas preguntas podrás ver lo importante que es esta dinámica aprendida en edades tempranas, donde yo veo la forma de manipularte para que me des lo que necesito, y tú no me lo das porque no lo tienes o no te es natural. ¿Te suena conocido?

Esta dinámica es un punto central en las relaciones que formamos, sobre todo en aquellas donde solemos depender emocionalmente del otro. Claro está, que difícilmente lo vemos así, y en su lugar sentimos que “lo hemos dado todo a cambio de nada”, que “somos víctimas de un amor no correspondido” y que, “afuera de esta relación, seguro nos está esperando alguien que sí nos va a dar todo eso y más”.

La paradoja es que entre más manipulemos, chantajeemos, supliquemos y nos victimicemos, recibiremos más agresión, rechazo y negación por parte del otro. Este círculo vicioso es lo que llamamos una relación tóxica. Y más que personas tóxicas, nos volvemos tóxicos al relacionarnos de esta manera con los demás.

Desde mi punto de vista nos quedamos en relaciones de dependencia emocional por dos razones centrales:

  • No nos creemos capaces de encontrar otra relación. Pensamos que es ésta la única oportunidad que tenemos en la vida, por ende, es nuestro deber quedarnos para hacerla funcionar a como dé lugar.
  • Seguimos pensando que el otro va a cambiar y que, con el tiempo, se va a transformar en esa persona que va a cubrir las necesidades que tanta falta nos han hecho desde niños. Que solo es cuestión de darle: otra oportunidad, de tenerle más paciencia, de tolerarle todo, de saber ayudarle, etc.

La mayoría de las veces, no queremos enfrentarnos con la realidad de tener que aprender a darnos a nosotros mismos eso que tanta falta nos hace para dejar de estarlo buscando en una relación. Lo anterior implica, que para que una relación sea funcional tengo que trabajar en darme aquello que precisamente me puede dar autonomía emocional.

Cuando dos seres emocionalmente autónomos eligen relacionarse en pareja lo hacen desde la interdependencia, no desde la dependencia. Esto implica que puedo estar muy bien contigo y también sin ti. No necesito que seas o actúes de cierta forma para estar bien, mi bienestar está en función de mí y no de ti. Elijo conscientemente estar contigo sabiéndome 100% responsable de mí.

Muchas otras dependencias no son más que otras formas de llenar esas necesidades no satisfechas durante nuestros primeros años. Por ejemplo, hay quien come todo el tiempo para sentir el cariño y la nutrición que le hizo falta; de hecho, muchos trastornos de la alimentación están relacionados con relaciones poco sanas con mamá (simbólicamente mamá es a quien asociamos con la proveeduría de alimento); hay quien tiene relaciones sexuales sin parar para sentir la cercanía, el contacto y la intimidad que no vivió (es curioso ver cómo en la ninfomanía no se busca la satisfacción sexual, sino la necesidad de atraer y tener contacto). Podemos citar muchas formas de dependencia y ver cómo todas ellas buscan mitigar el dolor de no poder llenar un vacío, de no tener una mejor opción para satisfacer una necesidad que se encuentra crónicamente insatisfecha.

Las dependencias o adicciones no desaparecen, se trabaja en traerlas a la consciencia y en crear formas más “sanas” de llenar los vacíos y de satisfacer las necesidades insatisfechas que subyacen debajo de los patrones de comportamiento. A estos mecanismos alternativos de llenar el vacío les llamamos sublimación.

Cada dependencia o adicción tiene su propia historia detrás y no hay un remedio (sublimación) que funcione para todos. Es un trabajo personal de descubrimiento que cada uno elige realizar. Por ejemplo, recuerdo a una persona que estaba luchando con su adicción a sustancias alucinógenas que descubrió que las visualizaciones guiadas y las respiraciones holotrópicas le proporcionaban la misma sensación de desconexión, apertura de consciencia y paz que los alucinógenos, por lo que aprendió a sustituirlos poco a poco. Otra persona que obsesivamente buscaba en sus relaciones ser el centro de atención descubrió en la actuación el escenario, donde de forma natural todos los reflectores los tenía finalmente para él.

Todos tenemos patrones adictivos o dependemos en mayor o menor medida de algo. Personalmente considero fundamental el tener conscientes nuestros patrones adictivos y buscarles mecanismos de sublimación. Por ejemplo, para enfocar mi obsesión-compulsión y restarle poder en mi día a día, ilumino mandalas con música de meditación y respirando constantemente. Al final, no solo acabo más relajado y en paz, sino que pude crear algo muy bello.

¿Qué mecanismos de sublimación se te ocurren para ti y tus propios patrones adictivos, cómplice de camino? ¿Quieres emprender el camino hacia la autonomía emocional?

Si queremos realmente tener más voluntad sobre nosotros que la que tienen nuestras dependencias o adicciones vamos a necesitar ayuda; va a ser importante adherirnos a algún proceso terapéutico formal y contar con una red de apoyo que esté ahí para nosotros. Sobre todo, para enfrentar esos momentos, cuando al elegir no darnos el satisfactor conocido y sublimar, nos entre una ansiedad enorme por tenerlo de regreso (síndrome de supresión).

Si esto te hizo sentido, te invito a que asistas a nuestro próximo taller “Relaciones Sanas y Funcionales” en la Ciudad de México el próximo 9 y 10 de noviembre donde profundizaremos en cómo salir de las dependencias emocionales.

Para mayores informes e inscripciones da clic en:

https://desdeelfondo.net/relaciones-Sanas-y-Funcionales/

Un abrazo como siempre, Desde el Fondo del Estanque de Narciso.

Héctor Cerbón

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