El mundo no evolucionará
y dejará atrás el pasado que le causa la crisis
si sigue usando la misma forma de pensar
que causó en primera instancia la situación.
Autor: Albert Einstein
El Pilar del Rigor y el Pilar de la Misericordia
De acuerdo con la cábala judía hay dos grandes pilares a través de los cuales nos conectamos de regreso a la fuente: el Pilar del Rigor y el Pilar de la Misericordia. Con esto se busca representar la forma como se alternan las experiencias que vamos viviendo en nuestro camino evolutivo, en una secuencia que va entre la experiencia y su asimilación, entre lo exterior y lo interior, entre lo masculino y lo femenino, y entre cualesquiera dos pares de opuestos en los que podamos pensar.
Personalmente, he encontrado una alternación muy similar en las cartas del tarot, que describen secuencias de experiencias que justamente van entrelazando pares de opuestos. Específicamente, en el recorrido de la segunda séptima, hay un alternar de cartas que siento puede representar muy bien la forma como evolucionamos a través de una crisis. Así que decidí que para el artículo de este mes, podríamos utilizar esta secuencia de símbolos, arquetipos y signos para tratar de comprender la mejor manera de fluir a través de estas extraordinarias oportunidades que se nos plantean como desafíos no planeados y que no se irán sin que les hagamos frente.
Crisis y evolución representadas por la secuencia del Tarot que va de la Rueda de la Fortuna a la Templanza
La primera carta que quiero compartir con ustedes es la rueda de la fortuna, la cual nos indica que estamos todos sometidos a un plan que escapa de nuestras manos, a un plan divino. La rueda siempre ha significado algo eterno, algo cíclico, algo que no tiene fin. Y la rueda de la fortuna nos habla de esos eventos que al parecer salen de la nada y que nos sacan completamente de nuestra zona de confort, de nuestra complacencia, y que nos empujan -estemos listos o no- para que enfrentemos una nueva realidad.
Acabamos todos -como humanidad- de vivir un movimiento de la rueda de la fortuna con la pandemia del COVID 19, el cual catapultó a unos a una mejor situación y a otros a una situación muy desafortunada. Lo cierto es que lo acontecido es irreversible y nos plantea diferentes desafíos a cada uno de nosotros.
Cuando nos topamos con algo en la vida que no va con nuestros planes, muchas veces sentimos que la vida nos castiga, que nos golpea, que hemos obrado mal y estamos pagando por ello. Lo lógico es entonces que imploremos de regreso que nos levanten el castigo, y pedimos aprender la lección lo antes posible para salir de este lugar. La rueda de la fortuna nos dice que no existen los castigos, y que si bien existe una ley de casusa-efecto, ésta está sujeta a un plan mayor a través del cual somos enfrentados a aquellas situaciones que cada uno necesitamos en específico para evolucionar. Situaciones que en su momento no comprendemos y que a nuestros ojos incluso nos parecen injustas.
¿Reconoces algún cambio inesperado que te ha puesto en un lugar completamente distinto al que estás acostumbrado o al que habías vislumbrado y donde ya no hay punto de retorno? ¿Sientes que la vida se ensaña contigo o que está siendo injusta?
¿Logras ver a la Rueda de la Fortuna y a las Moiras (las diosas del destino de la carta) trazando un plan para tu crecimiento evolutivo?
Justamente en esta secuencia, la siguiente carta del tarot de la segunda séptima es la carta de la justicia, la cual nos pide abandonar por completo nuestra postura de víctima y expandir nuestra conciencia para tratar de comprender cómo es que hemos co-creado esta situación y cómo juega esta experiencia un papel crucial en este momento de nuestra vida. ¿Podemos identificar que es momento de desechar fantasías y creencias que nos hemos comprado y que las hemos hecho rectoras en nuestra vida?
La justicia no escucha sentimientos, por eso tiene un piso blanco y negro (es ciclotímica, para ella, las cosas son o no son) y su mirada es fría (como lo es el peto de Plata que le cubre el torso). Su espada corta con el filo de la verdad lo que es de lo que no es, su balanza sopesa todo, tanto los hechos de los demás como los nuestros y el búho en su hombro nos invita a expandir nuestra mirada, tomando consciencia incluso de aquello que yace hacia nuestras espaldas: del pasado y de nuestra sombra.
Cuando nos dejamos de sentir víctimas de las Moiras que aparecen en la carta de la rueda de la fortuna, y comprendemos que su trabajo es ayudarnos a seguir los designios de nuestra alma y no los de nuestro ego, podemos entonces intentar relajarnos y fluir con ellos. ¿Confías realmente que siempre te está pasando lo mejor?
Muchas veces, a pesar de estar conscientes de la necesidad de pasar por la experiencia que ahora nos toca y que nos acontece, nos resistimos a entregarnos por completo a ella. Secretamente guardamos la esperanza de ser dispensados o de que algo milagroso llegará a liberarnos y restaurará el orden perdido. La siguiente carta, que es la carta del colgado, nos hace saber que permaneceremos el tiempo suficiente hasta que nuestro punto de vista cambie por completo. Al igual que Odín, quien se colgó del árbol de la vida para comprender todas sus existencias, y de Buda, quien permaneció debajo de un árbol sin comer y en meditación hasta iluminarse, cada uno de nosotros permanece en alguna situación incómoda el tiempo que necesita para que se produzca una transformación de fondo, un cambio radical.
En la carta vemos a Prometeo, el padre de la humanidad para los griegos, quien fue atado de pies y manos -por Zeus- a una montaña en el Cáucaso por haberse atrevido a robar el fuego sagrado de los dioses y entregárselo a los hombres. Prometeo siempre estuvo consciente de que traspasó un límite y que pagaría por ello, y por eso se entrega sin poner resistencia a este tormento que le impone Zeus: donde todos los días desciende un águila a devorarle el hígado (que representa la paciencia) y todas las noches se le regenera. El castigo pareciera que duraría toda la eternidad, hasta que Hércules mata al águila, libera a Prometeo y negocia con Zeus para que Prometeo pueda tomar la divinidad de Quirón, y éste finalmente pueda morir. Prometeo es entonces reconocido como una deidad y sube a ocupar su lugar en el Olimpo.
Nosotros también, una vez que estamos conscientes y después de pasar por la carta de la justicia, donde asumimos la responsabilidad de haber co-creado este momento y de que confiamos que existe detrás de todo ello un plan divino a través del cual vamos a evolucionar, estamos listos para crucificar nuestro ego el tiempo que sea necesario. Entonces es cuando permitimos que el evento o la situación incómoda dure lo necesario para lograr en nosotros una transformación de fondo, un verdadero cambio de conciencia, un satori o pequeña iluminación. Y, aunque a veces parezca eterno, siempre llegará ese momento donde podamos trascender esta experiencia para ocupar un lugar completamente diferente al que ocupábamos antes de la misma.
Pero el camino no está completo si no reconocemos que a lo largo de este proceso hemos incurrido en pérdidas y que eso además de dolernos, hay que procesarlo. El nuevo lugar al que vamos es muy promisorio, al igual que lo es el amanecer detrás de las montañas verdes de la carta de la muerte, pero para llegar ahí es necesario reconocer las pérdidas y llorarlas. Hades -el Dios del inframundo- nos recibe con los brazos abiertos dispuesto a tomar la ofrenda de desapego que le daremos.
Este es el punto de quiebre de los procesos de nuestra crisis, cuando nos rendimos (como las figuras que están de rodillas en la carta), cuando nos damos cuenta de que no hay regreso a donde estábamos y que lo mejor que podemos hacer es procesar el duelo por aquello que nunca va a regresar. Sólo así podremos pasar al final de la crisis, la cual veremos representada en la siguiente carta.
¿Qué es todo lo que el cambio -que propició el giro de la rueda de la fortuna- se llevó para siempre? ¿Ya lo lloraste reconociendo todas las pérdidas asociadas al mismo? ¿Te has dado espacio para procesar ese duelo?
Tarde o temprano uno encuentra su balance y la última carta de la segunda séptima de los arcanos mayores del tarot es la templanza. Aquí vemos a un Ángel que se encuentra balanceando agua entre dos copas, una representando la masculino y otra lo femenino, y en muchos mazos del tarot tiene un pie metido en el agua (las emociones, el inconsciente, la profundidad) y el otro en la tierra (la seguridad, lo pragmático, lo material). Toda la imagen nos remonta una sensación de armonía.
En esta carta vemos a Iris, la mensajera de Hera y esposa de Zeus, bajando hacia el río Estigia, que es el río de la muerte que vemos en la carta anterior y con el cual los dioses hacían sus juramentos entre ellos haciéndolos así irrevocables. Un hermoso arcoíris corona la escena. Vemos aquí la representación de cómo la divinidad hace las paces con nosotros, así como en el viejo testamento Dios padre hace las paces con la humanidad después del diluvio usando como símbolo el arco iris. Es como si la vida nos dijera, “por el momento estamos en paz” y brindara con nosotros por este nuevo lugar, uno más cercano a nuestro ser esencial o divinidad.
¿Te hace sentido esta representación simbólica de las crisis y sus diferentes etapas? ¿La puedes relacionar a alguna crisis que hayas experimentado y superado? Me encantaría escucharte y compartir contigo.
Un abrazo, como siempre, desde el fondo del Estanque.
Héctor Cerbón