Retar el significado de la vida
es la más alta expresión de verdad
a la que aspira un ser humano
Viktor Frankl
Una de las preguntas más profundas que nos podemos hacer es ¿para qué estoy vivo?, ¿cuál es el sentido de estar aquí? Recuerdo, cómplice de camino, en mis épocas de adolescente, pasar horas intentando responder a estas preguntas. Después, el torbellino de la vida me envolvió y comencé a vivir aceleradamente, con menos cuestionamientos y con una enorme ambición de logro, una obsesiva necesidad de hacer sin parar.
Más adelante en mi vida, cuando comencé a enfrentar una serie de crisis y situaciones que salían de mi control, las preguntas regresaron como si en realidad nunca se hubieran ido. De hecho, me estaban esperando, y desde entonces, son fieles compañeras de viaje.
A lo largo de estos años he buscado modelos que le den sentido a mi vida cuando ésta se torna difícil, y me he encontrado con cosas maravillosas: desde la semiología de la vida cotidiana del Alfonso Ruiz Soto, los contratos sagrados de Caroline Myss, la psicología transpersonal de Ken Wilber, la logoterapia de Viktor Frankl, el enfoque humanista de Carl Rogers hasta los enfoques budistas y chamánicos.
Con el paso del tiempo me topé con algo que hoy me cautiva, pues me da un mapa rico en significado sobre el sentido de la vida. Al profundizar en él, decidí que era necesario agregarle una brújula para orientarme cada vez que me pierdo o dudo en este caminar, lo cual, debo admitir, se da con cierta frecuencia.
Se trata de lo que los japoneses llaman IKIGAI, que traducido al castellano significa más o menos “La Razón de Ser”. El modelo IKIGAI se da a conocer cuando Daniel Buettner, un investigador de la National Geographic, realiza una serie de estudios sobre los lugares donde las personas tienen las mayores esperanzas de vida (las llamadas zonas azules). En su estudio Daniel reporta que uno de los factores centrales para una vida longeva es que las personas tienen una razón por la cual levantarse todos los días, y que -mediante ella- contribuyen activamente en el tejido social, incluso a edades muy avanzadas.
El tema es llevado más a fondo por dos investigadores, Héctor García y Francesc Miralles, quienes viajan a Okinawa Japón para ir a fondo en la filosofía IKIGAI. Ellos reportan -entre muchos otros descubrimientos- que es la devoción absoluta y consciente a una tarea, oficio o profesión, que los japoneses tienen, lo que hace que la misma tome una cualidad cuasi sagrada. El resultado son productos y servicios de una perfección poco usual, los cuales son muy apreciados por los japoneses y los pagan muy bien, pues reconocen el tiempo, la dedicación y la devoción que hay detrás de cada uno de ellos.
Simplificando lo anterior, podemos decir que el IKIGAI es seguir haciendo lo que amas con un impacto positivo en la sociedad en la que estás inmerso, mientras tu salud te lo permita. La representación gráfica del IKIGAI es la siguiente:
Las 4 esferas principales que lo constituyen se correlacionan muy bien, desde mi punto de vista, con un elemento de la naturaleza:
- Lo que amas con el FUEGO, ya que éste representa inspiración, adrenalina, expansión, transformación, literalmente “arder”.
- Aquello en lo que pueden pagarte con la TIERRA, ya que este elemento representa seguridad, abundancia, estabilidad, acumulación, dinero, estatus, etc.
- Aquello en lo que eres bueno con el AIRE, ya que este elemento representa la capacidad de conectar, comunicar, profesar, invocar, decretar, etc.
- Lo que el mundo necesita con el AGUA, ya que este elemento profundiza, va a las capas interiores, se asocia con el inconsciente, el amor, etc.
Para poder trazar tu IKIGAI requieres tiempo para contactar contigo, para recapitular en tu experiencia, para ser sincero en aquello que quiere ser vivido por ti desde las capas más profundas de tu ser, y no desde la falsa personalidad que hemos creado para sobrevivir.
A nivel de arquetipos, las 4 esferas se relacionan con las luces de 4 arquetipos, las cuáles nos permiten evocar sus contenidos:
El Fuego con el Hedonista, el arquetipo que -desde sus luces- se orienta de manera natural al placer y la expansión de nuestro ser. Hay que cuestionarse: ¿qué me genera placer, gozo y expansión en mi vida?, ¿haciendo qué cosa se detiene el tiempo?, ¿qué añoro vivir?, ¿qué o quién me causa una gran admiración? y, ¿con qué actividades me cargo de energía?
La Tierra con el Midas, el arquetipo que -desde sus luces- sabe dónde invertir y cómo capitalizar, ahorrar, dar seguridad y “multiplicar los panes y peces”. Hay que cuestionarse: ¿qué es aquello que cuando lo hago genero ingresos?, ¿en qué actividades logro reconocimiento?, ¿dónde me es fácil hacer una carrera? y, ¿haciendo qué, soy altamente productivo?
El Aire con el Mago, el arquetipo que -desde sus luces- usa todo su potencial, su creatividad e incluso saca recursos de donde nadie se lo espera y, al usar sus habilidades parece que hace magia. Hay que cuestionarse: ¿cuáles son mis talentos naturales?, ¿en qué cosas, en una escala del 1 al 10, siendo 1 muy poco talentoso y 10 extraordinario y dotado, soy un 8, 9 o 10?, ¿qué es aquello que hago aun cuando no me lo piden y me sale bien? Recuerda que no hay talento pequeño.
El Agua con el Sirviente, el arquetipo que -desde sus luces- busca ser de ayuda, utilidad y apoyo a los demás. Hay que cuestionarse: ¿en qué me gustaría hacer la diferencia?; si me muriera hoy ¿cómo quisiera ser recordado?, ¿cuál es el legado que quiero dejar a los demás? y, ¿en qué me encantaría poner mi granito de arena en el mundo? Recuerda que no todos tenemos que trabajar en empresas enormes, el prestar oídos y contención a una persona cuando lo necesita es un servicio trascendente, tan importante como encontrar la fórmula para eliminar el plástico. Uno nunca sabe hasta dónde trascienden nuestros actos de servicio.
Las intersecciones entre las esferas que el modelo nombra como: Pasión, Profesión, Vocación y Misión, requieren de combinar los elementos de cada una de las dos esferas en cuestión. Así, la pasión se refiere a cómo ponemos nuestros talentos a hacer las cosas que amamos; la profesión a cómo ponemos nuestros talentos a producir y darnos seguridad y abundancia; la vocación a cómo hacemos que nuestra productividad haga la diferencia en el mundo; y la misión, a que aquello que amamos lo orientamos hacia un profundo significado.
Muchas veces requerimos de personas con quien podamos explorar todo tipo de ideas/propuestas para poder generar un IKIGAI generoso, lleno de posibilidades. Somos mucho más recursivos de lo que nos reconocemos, solo que a veces, nos es difícil hacer ese reconocimiento solos.
Te invito a hacer tu IKIGAI con más personas y ver qué resulta. Si, además, quieres hacer un network de personas con quien potencialmente colaborar en hacerlo realidad y aprender más de las personas que viven en las zonas azules, entonces el Taller Sentido de Vida y Trascendencia es para ti. Lo estaremos volviendo a dar próximamente.
Abrazo como siempre, desde el fondo del estanque de Narciso.
Héctor Cerbón