No se trata de restar, se trata de sumar,
No se trata de tu triunfo, se trata de que ganemos,
No se trata de las palabras, sino de la sinceridad detrás de ellas,
Cuando no se está preparado, no se trata de brincar sino de hacerse para atrás.
Autor: Lee J. Colan
¿Por qué nos comportamos de la forma en que lo hacemos?
¿Has notado que cuando alguien llega a quejarse contigo de la forma en que “la otra” persona le trata, hay una marcada tendencia a describir que dichos comportamientos fueron llevados a cabo con una clara intención de lastimarle, hacerle daño, hacerle sentir miserable, etc.?
Esto es equivalente a pensar que somos tan importantes para estas “otras personas”, que ellas ocupan gran parte de su tiempo viendo la manera de fastidiarnos. No somos – lamentablemente para nosotros – tan importantes para éstas “otras personas” como para que ellos inviertan gran parte de su tiempo en pensar cómo hacernos la vida de “cuadritos”. O acaso ¿nosotros lo hacemos así?
La realidad es que las personas nos comportamos como lo hacemos porque así aprendimos a hacerlo, es más, lo hacemos en base a nuestra historia de vida y a las creencias que durante la misma fuimos adquiriendo, es más, incluso estamos convencidos de que estamos haciendo “lo correcto”.
Un ejemplo muy común se da en la educación de los hijos, sobre todo cuando necesitamos ponernos de acuerdo como padres en la manera en que vamos a poner límites y a aplicar consecuencias cuando éstos no son respetados. Por ejemplo: asumamos que Mamá está convencida de que al niño no hay que ponerle nunca la mano encima y que todo se debe de lograr a través del diálogo, mientras que Papá está convencido de que unas nalgadas “bien puestas” a tiempo son mucho más efectivas que cualquier sistema de comunicación. ¿Quién está en lo correcto?
La respuesta es AMBOS, desde su propia historia y experiencia. Para comprender esto te invito a ir junto conmigo a través del siguiente esquema:
Si comenzamos recorriendo este esquema llamado “El Ciclo de Resultados”, cuya autoría es de Thomas G Crane (autor del libro “El Corazón del Coaching”), observamos que los comportamientos que exhibe una persona provienen de su historia, de sus valores, de sus interpretaciones de la realidad. Todo esto Tom lo pone como parte de la esfera de las CREENCIAS.
Si aplicamos la esfera de las CREENCIAS al ejemplo anterior diremos: Que Mamá quiere comportarse en relación con su hijo arreglando todo a través del diálogo, probablemente porque vivió experiencias en su propia relación con sus padres que validan que esa es la forma correcta de hacer las cosas. Puede que en su escala de valores tenga en alta valoración el conversar para lograr acuerdos y cambios, o tal vez a ella, las nalgadas que le dieron no lo sirvieron de nada más que para lastimarla.
Por el otro lado, pudiera ser que el Papá del caso anterior quiere comportarse en relación con su hijo usando de vez en vez un par de nalgadas como consecuencia de ciertos comportamientos, porque probablemente así le hayan educado a él. Lejos de tener algún resentimiento con sus padres él está muy agradecido por ello. Es más, puede ser incluso que él ha observado que a los niños que se les intenta convencer o educar solo con palabras acaban por no tener límites y ser incontrolables.
“Cada cabeza es un mundo”: Las posturas que asumimos y los comportamientos y actitudes que desplegamos tienen que ver con nuestra historia y lo que aprendimos de ella. Esto implica que en nuestras relaciones interpersonales vamos a tener en más de una ocasión posturas antagónicas (contrarias) que generarán conflictos en relación con algo o a alguien. Esto es algo inevitable en cualquier relación interpersonal y hay que desarrollar habilidades y hacer uso de herramientas para saber lidiar con ello. No hay personas conflictivas, todos lo somos, y las relaciones interpersonales son conflictivas por naturaleza.
Claro está que muchas veces nuestra primera reacción ante un conflicto como éste, es irnos a la argumentación, presionar o incluso llegar a manipular “al otro” para que se dé cuenta de que su postura es errónea y la nuestra es correcta. En el fondo lo que buscamos con ello es que cambie su postura validando la nuestra ¿Correcto? Y, ¿Cuántas veces esto nos ha funcionado?
Lo anterior es equivalente a intentar convencer a la “otra persona” que su historia y aprendizajes están mal y hay que reemplazarlos por unos mejores (que son los nuestros). Que yo sepa, hoy en día, no hay ningún procedimiento, ni siquiera quirúrgico, para reemplazar el “software” que hemos adquirido con los años.
Para cambiar una creencia, mover la escala de nuestros valores o simplemente reprogramar un introyecto, se requiere de un trabajo personal muy fuerte y de un convencimiento personal inquebrantable de querer hacerlo.
Pero entonces estamos donde empezamos, porque si no puedo “forzar” al otro a comportarse o actuar como yo necesito que lo haga, tendré que lidiar con los impactos no deseados de que lo haga tal y como lo hace ahora.
Si seguimos el esquema del ciclo de resultados de Tom, vemos que después de que las creencias determinan los comportamientos, éstos determinan la calidad de la relación interpersonal, y que la calidad de la relación interpersonal influencia en gran medida el tipo de resultados que obtenemos de nuestra interacción.
Vamos a suponer que en el conflicto de la educación del hijo que estamos usando como ejemplo, quien sufre más con lo que está sucediendo es la Mamá. Esto es que cuando Papá decide darle unas nalgadas al hijo porque considera que “se las merece”, ella realmente la pasa muy mal.
Describamos el conflicto desde la perspectiva de la Mamá siguiendo el esquema del ciclo de resultados de Tom como sigue:
Esfera del Ciclo | Descripción |
Creencias | Mi esposo cree que los niños en más de una ocasión requieren de un par de nalgadas “bien puestas” para aprender que hay consecuencias de pasar ciertos límites. El argumenta que si a él se las pusieron y no lo traumaron y además le sirvieron, entonces puede y debe hacerlo también con su hijo. El cree que gracias a las nalgadas que le dieron aprendió a ser respetuoso. |
Comportamientos | En base a su propio criterio mi esposo “administra” una dosis de nalgadas cuando lo considera conveniente a nuestro hijo. |
Relaciones | El impacto en la calidad de la relación es que yo sufro terriblemente cuando le da de nalgadas a nuestro hijo. Siento que es injusto, que todavía se hubiera podido arreglar todo con diálogo. Usualmente me retraigo y le hablo muy poco a mi marido por un par de días y tiendo a sobre-compensar a mi hijo de algún modo. |
Resultados | No vamos a ninguna parte porque mi hijo se sigue comportando igual, evade a su padre y se refugia en mí. Lo peor es que la relación entre nosotros se ve también afectada. |
Pareciera un ciclo sin salida que está condenado a repetirse sin fin, pero la realidad es que no tiene por qué ser así. Aun cuando hacer un cambio de comportamiento no es algo que se logra de la noche a la mañana si podemos influenciar positiva y significativamente en ello.
La herramienta que mostraremos a continuación, LA RETROALIMENTACION EFECTIVA, nos dirá cómo lograrlo incluso haciendo que ambas partes sientan al final del proceso que ganaron en la resolución del conflicto. Como dice Stephen Covey en su libro Los 7 Hábitos Básicos de la Gente Altamente Efectiva: “La única posibilidad sana de resolver un conflicto es una resolución “ganar-ganar””
Hagamos una breve recapitulación de lo expuesto hasta ahora:
- Las personas se comportan como lo hacen porque así aprendieron a hacerlo. Validan sus comportamientos, acciones y actitudes desde su experiencia e historia de vida personal.
- Nadie es tan importante como para que alguien más se levante buscando hacerle la vida miserable.
- El comportamiento de una persona afecta la calidad de la relación interpersonal y los resultados que de la misma se obtienen.
- Para influenciar positiva y significativamente en un cambio de comportamiento existen herramientas mucho más efectivas que la argumentación, la manipulación y la amenaza. La Retro Efectiva es una de ellas y al usarla incluso logramos llegar a acuerdos ganar-ganar.
La Retro Efectiva “Una Herramienta para tener diálogos que construyen”
En los años 80’s cuando en Medio Oriente comenzaron a escalarse los conflictos internacionales, el autor Marshall Rosenberg publicó su libro “La Comunicación No Violenta” donde, de una manera simple y elocuente, planteaba un modelo a seguir para lograr acuerdos entre partes “violentadas” o en conflicto.
En mi trabajo como consultor en mi firma Vitae Consultores (www.vitaeconsultores.net), al estar trabajando con organizaciones en ayudarles a mejorar la efectividad de sus interacciones, vimos la oportunidad de combinar el modelo de ciclo de resultados de Thomas G. Crane con la propuesta metodológica de la Comunicación No Violenta de Marshall Rosenberg. El resultado es un esquema de aplicación práctica, al cual le llamamos el esquema Crane-Rosenberg de Retroalimentación Efectiva y el cual mostramos a continuación enmarcado con una pregunta muy mexicana que expresa la necesidad de aclarar algo:
El esquema consta de 5 pasos secuenciales:
- Hechos: Es necesario enunciar los hechos tal como sucedieron y sin carga emocional o juicio para traerlos a la consciencia de tu interlocutor. “La última vez que nuestro hijo no hizo sus deberes le diste un par de nalgadas”
- Sentimientos: Es importante comunicar el impacto emocional que los hechos tienen en ti, hablando siempre en primera persona. “Yo me sentí muy mal y me enojé contigo porque lo sentí injusto.”
- Efectos: Hay que hacerle saber a nuestro interlocutor los impactos de estos comportamientos, acciones o actitudes. “Llevo días muy fría contigo y comprándole todo lo que me pide a nuestro hijo por lo que pasó”.
- Peticiones: Ser muy claro en la petición de cambio que nos gustaría se implementara. “Quiero pedirte que antes de darle nalgadas a nuestro hijo lo platiquemos tu y yo para ponernos de acuerdo en si ha pasado el límite del diálogo o incluso podemos establecer criterios conjuntos de cuando aplica el diálogo y cuando las nalgadas”.
- Diálogo: Abre el espacio para escuchar lo que opina tu interlocutor sobre lo que le acabas de plantear. “Me gustaría escuchar cuál es tu opinión de todo lo que te he expuesto para que lleguemos a acuerdos. “
Hay una constante a lo largo del modelo y está representada por una flecha en la base de este que indica la necesidad de mantenerse ecuánime durante todo el proceso. Este último punto de la ecuanimidad puede parecer algo obvio, sin embargo, quisimos hacer énfasis en que ningún método que pretende construir en las relaciones interpersonales es efectivo si la comunicación que se va a establecer está llena de emociones fuera de control o desmedidas.
El modelo en sí da cabida para expresar emociones de manera que no es necesario ser “un maestro zen” para llevarla a cabo, pero no valida en absoluto el uso de una emocionalidad sin control (en consultoría a eso le llamamos vómito emocional).
Tú ¿estarías abierto a dar y recibir retroalimentación efectiva?
Un abrazo, como siempre, desde el fondo del estanque de Narciso.
Héctor Cerbón